Sus ojos, la puerta de entrada a su mundo, la conexión con lo visible y lo invisible.
Su mirada me transportaba a un mundo desconocido, lleno de cosas nuevas por descubrir.
No existía una verdad, la verdad se sentía y no era necesario argumentar el punto de vista de cada uno. La conexión era tan pura que las relaciones en este mundo eran sinceras también. A veces lo que no puedes ver te transporta a un sentimiento desconocido que te permite entender que hay algo más.
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