Estoy aprendiendo a reirme de mi misma.
Toda la confusión y complicación que mi mente provoca cuando piensa de más, está logrando ser canalizada para encontrar el equilibrio entre los extremos que siempre me han caracterizado. Estoy permitiéndome encontrar los grises y el punto medio.
Estoy teniendo un nuevo diálogo conmigo misma, una nueva forma de interactuar y de observarme. Estoy aprendiendo a escuchar a mi niña caprichosa que necesita atención y, a la vez, dejando que la mujer adulta tome su vida en sus manos. Hay días como hoy en los que me siente en perfecto equilibrio, en el cual hay una tregua entre la niña y la mujer de forma muy amorosa y comprensiva de lado y lado.
Estoy muy agradecida por mi proceso, por mi vida y por cómo ahora tengo más herramientas para modificar mis comportamientos malsanos y moverme de lugar para sanar heridas. De a poco voy volviendo a conectar mi mente y corazón, voy dejando de lado el dolor para que resurja el amor.